Un hecho cargado de violencia y desesperación sacudió al distrito de San Carlos, en Panamá Oeste, cuando un cabo segundo de la Policía Nacional protagonizó un episodio que terminó con su propia muerte.
Todo arrancó en plena madrugada, cuando el uniformado irrumpió en la casa de su expareja y, en medio de una discusión acalorada, la atacó con arma blanca, propinándole múltiples heridas. Pero el horror no paró allí: tres familiares más también fueron víctimas del ataque del cabo, quien parecía fuera de sí.
Pese a que sobre él pesaba una orden de alejamiento emitida por las autoridades competentes —según dijeron los propios familiares— el agresor violó toda medida y llegó al lugar cargado de furia.
Tras los ataques, el sujeto se quitó la vida. Su cuerpo fue hallado colgado en el patio trasero de una residencia, sellando así con muerte una noche marcada por el dolor y la sangre.
Este suceso ha encendido las alarmas nuevamente sobre la violencia doméstica y los riesgos de que las medidas de protección no se respeten ni se refuercen debidamente.