La noche del domingo quedó marcada por la tragedia en la barriada Pradera de San Lorenzo, corregimiento de Caimitillo (Panamá Norte). Un niño de origen chino de apenas 11 años perdió la vida tras manipular un arma de fuego dentro de la Lavandería Lei, negocio de su familia.
Según el reporte preliminar, el menor —hijo de los propietarios del local— tomó el arma de su padre y comenzó a manipularla cual jueguete sin percatarse del peligro.
Minutos después, se escucharon las detonaciones. El disparo le impactó en la cabeza y, aunque fue llevado de inmediato al Hospital San Miguel Arcángel, los médicos confirmaron su deceso.
Vecinos relataron que el niño estaba jugando en la parte alta de la lavandería cuando ocurrió el hecho, pero que antes estaba “encaramado donde uno pone la ropa, saltando y bailando” poco antes del fatal desenlace.
“Ese niño siempre estaba atento en la lavandería, servicial, muy educado. Hace unos días me atendió… no lo puedo creer”, lamentó una residente consternada.
El arma, una pistola Glock 19 con proveedor cargado y tres municiones sin detonar, fue entregada por la madre a las autoridades para los peritajes correspondientes. La Policía Nacional y el Ministerio Público investigan las circunstancias en que el menor tuvo acceso a la pistola y determinarán si hay responsabilidades penales.
El hecho ha dejado a la comunidad profundamente impactada. Vecinos comenzaron a organizarse para dejar flores, velas y peluches afuera del local como símbolo de oración y solidaridad con la familia. “Ningún padre quiere perder a su hijo. Pedimos a Dios que les dé fortaleza”, expresó otro residente.
El menor estudiaba en el colegio St. Mary y era descrito como obediente, amable y trabajador. Su repentina partida ha desatado un sentimiento de duelo colectivo en la barriada.
La tragedia también reavivó reclamos entre los moradores de Panamá Norte, quienes exigen la construcción de un hospital digno en la zona. “Aquí no hay un hospital 24 horas para una población tan grande. Seguiremos escuchando promesas de políticos que nunca cumplen”, señaló una vecina indignada.
Entre la tristeza, la comunidad se organiza para realizar vigilias y oraciones. Algunos proponen tomar un par de estacionamientos frente a la lavandería para encender velas y dejar mensajes en memoria del niño. “Aunque no esté físicamente, sentirá nuestras oraciones. Hagamos las cosas bien y en unidad”, añadieron los residentes.
El caso sigue bajo investigación, mientras la barriada entera ora por la familia y pide que hechos como este no se repitan.