La quebrada La Gallinaza, un cauce olvidado por muchos pero temido por miles durante la temporada lluviosa, estaba a punto de estallar. Vecinos de Juan Díaz y Don Bosco ya temían lo peor, hasta que el Ministerio de Obras Públicas (MOP) metió mano, literalmente, con retroexcavadoras y cuadrillas que se encontraron de todo… ¡hasta partes de una lavadora!
Sí, así como lo lees. Lo que debería ser un canal natural de desagüe se había transformado en una piscina de basura, lodo, troncos y masa vegetal acumulada. El peligro era inminente: inundaciones, aguas estancadas y riesgos sanitarios.
El operativo fue encabezado por la División Metropolitana de Vialidad (Metrovial), quienes tuvieron que drenar, dragar, remover y limpiar cada rincón del cauce. Según explicó el ingeniero Manuel Tejada, también se amplió la sección hidráulica y se reforzaron los taludes para evitar deslizamientos de tierra.
“Esto es una bomba de tiempo. Si la gente sigue tirando basura, aquí no va a haber drenaje que aguante”, advirtió el ingeniero.
La quebrada, que desemboca en el río Juan Díaz y finalmente en la Bahía de Panamá, juega un papel clave en el sistema hídrico de la capital. Su obstrucción pone en riesgo a toda la comunidad, especialmente con la llegada de las lluvias.