Pocas ceremonias británicas se preparan con tanto detalle y anticipación como el funeral de un monarca. Tras la majestuosa despedida de Isabel II, ahora comienzan a conocerse los primeros detalles del protocolo que marcará el último adiós del rey Carlos III. Y uno de ellos lanza un poderoso mensaje de reconciliación familiar: el monarca desea que el príncipe Harry, Meghan Markle y sus hijos Archie y Lilibet Diana ocupen un lugar destacado en los actos fúnebres.
Según revela el diario The Telegraph, Carlos III ha dado instrucciones precisas para garantizar que los duques de Sussex estén presentes y visiblemente integrados en el evento más simbólico de su reinado. El gesto más significativo será la procesión fúnebre: se espera que los príncipes Harry y Guillermo encabecen juntos el cortejo que acompañará el féretro del soberano por las calles de Londres, en una imagen que pretende transmitir unidad y perdón.
Además, Meghan Markle y sus dos hijos están incluidos en la lista de invitados para los oficios religiosos en la Abadía de Westminster, así como en la misa privada que tendrá lugar en la capilla de San Jorge, en Windsor.
La verdadera razón es no romper todos los puentes entre la familia y el príncipe Harry, exiliado voluntariamente en Estados Unidos, y demostrar que, pese a sus más que notorias diferencias, sigue conservando un lugar en el seno de los Windsor, una familia a la que, de una forma o de otra, siempre le ha acompañado el escándalo.