El expresidente panameño Ricardo Martinelli sigue asilado en la Embajada de Nicaragua en Panamá, a la espera de una respuesta definitiva sobre su traslado a Nicaragua. A pesar de que el Gobierno panameño le otorgó un salvoconducto para viajar, Nicaragua ha condicionado su aceptación a la aclaración de una supuesta alerta roja de Interpol, que ya ha sido descartada por las autoridades panameñas.
La situación ha generado una tensión diplomática entre Panamá y Nicaragua. Analistas locales califican la posición de Nicaragua como “chantaje”, ya que también han cuestionado la postura de Panamá en el Sistema de Integración Centroamericana (SICA). El presidente José Raúl Mulino aseguró que Nicaragua no ha solicitado condiciones adicionales para el asilo, pero la falta de respuesta ha elevado la tensión entre ambos países.
El diputado Ernesto Cedeño, de Movimiento Otro Camino, expresó que Panamá no debe ceder ante presiones de Nicaragua, enfatizando que la República de Panamá no debe doblegarse ante posibles motivaciones políticas. Por su parte, el presidente Mulino indicó que actuará en concordancia con las circunstancias si el salvoconducto vence sin una decisión de Nicaragua.
Luis Eduardo Camacho, vocero de Martinelli, desmintió rumores sobre conflictos entre el expresidente y el Gobierno de Panamá, así como sobre posibles negociaciones con el expresidente estadounidense Donald Trump.