El pasado domingo 6 de abril, en el marco del quinto domingo de Cuaresma, el arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa, lanzó un fuerte mensaje a las autoridades del país desde el Hogar Bolívar, en Villa Lorena, haciendo un llamado urgente a cuidar y proteger a los adultos mayores, quienes –según denunció– sufren una constante desatención por parte del Estado.

Durante la homilía, Ulloa resaltó que muchos adultos mayores no cuentan con pensiones suficientes para subsistir, ni acceso a un sistema de salud integral. “Sus jubilaciones ni siquiera les sirven para sobrevivir”, afirmó con contundencia, evidenciando la precariedad con la que viven cientos de panameños que dieron años de trabajo al país.
Este acto no fue solo un evento religioso, sino una poderosa declaración política y social que apunta a la responsabilidad de los gobiernos que, según Ulloa, han ignorado sistemáticamente las peticiones de los ancianos para mejorar su calidad de vida. “A pesar de años de lucha, los gobiernos les han fallado”, agregó.
El Arzobispo vinculó este llamado a la doctrina cristiana: cuidar al anciano no es sólo una obligación ética, sino un deber espiritual. En un país donde el sistema de pensiones enfrenta crecientes tensiones por el envejecimiento de la población y la insuficiencia de fondos, su mensaje resonó con fuerza.
Según datos del INEC, más del 60% de los adultos mayores en Panamá recibe una pensión por debajo del salario mínimo, y cerca del 35% enfrenta dificultades para acceder a servicios de salud pública. Esta situación refleja una crisis sistémica que requiere no solo reformas económicas, sino una transformación cultural en el trato hacia la vejez.
Ulloa finalizó su mensaje con una invitación a actuar: “Hoy, más que nunca, debemos convertirnos en la voz de quienes no pueden alzarla”.