La bendita Champions League regaló otra noche inolvidable y dolorosa. En el Giuseppe Meazza, el Inter de Milán se impuso 4-3 al Barcelona tras un partido de infarto, logrando un global de 7-6 que lo clasifica a la gran final en Múnich, donde espera por Arsenal o PSG. La historia de este duelo quedará escrita en letras doradas.
El primer golpe lo dio Lautaro Martínez a los 20 minutos, tras una jugada que enloqueció a la grada. Luego, al borde del descanso, un penal revisado en el VAR sobre el propio Toro fue transformado en gol por Calhanoglu, dejando el marcador 2-0 antes del entretiempo.
Pero en el complemento, el Barcelona reaccionó.
Eric García y Dani Olmo igualaron con dos golazos en menos de 15 minutos. La locura se apoderó del estadio cuando Raphinha, al 87′, aprovechó un rebote y puso el 3-2 que parecía definitivo para los culés. Los catalanes acariciaban la final.
Sin embargo, la Champions no entiende de lógica. A los 93 minutos, Acerbi apareció como delantero nato y empujó el empate, forzando el alargue en un momento donde el físico ya era un drama.
En el tiempo extra, el héroe inesperado fue Davide Frattesi. Con una sutileza exquisita, marcó el 4-3 que sepultó las esperanzas del Barcelona. Su festejo fue tan emotivo que terminó sin aliento.
Los italianos celebraron el pase a una final soñada. El Barcelona, incrédulo, se fue con las manos vacías tras una batalla histórica.