En una nota exclusiva para Mi Diario, los miembros de la Coordinadora de Jubilados y Pensionados la Coordinadora Fecha alzaron la voz frente a las oficinas de Corporación La Prensa. Con declaraciones crudas, directas y llenas de sabiduría, dejaron claro que no buscan lástima, sino justicia. “¡No queremos morir esperando un aumento!”
“Nosotros no vinimos a mendigar... vinimos a recordarles lo que nos deben”
Frente a las cámaras de Mi Diario, en una entrevista sin filtros ni miedo, la Coordinadora Fecha, legalmente reconocida con Personería Jurídica 1028 del Ministerio de Gobierno, dijo ¡basta ya!. Se plantaron frente a Corporación La Prensa, y ahí, a viva voz, lanzaron una descarga que llegó hasta el Palacio de las Garzas:
“Tenemos más de 10 años sin aumento. ¿Qué esperan? ¿Que muramos todos para que se ahorren el reajuste?”
Apuntaron alto: a la Corte Suprema y a la Presidencia
Con nombre y apellido, los manifestantes pidieron explicaciones a la magistrada María Eugenia López, por la manera en que se manejó el caso de los intereses descontados de sus décimos.
“Ese dinero era nuestro, estaba en la Caja de Ahorros. Fue desviado. ¿Y ahora quién responde?”
También lanzaron un mensaje frontal al presidente José Raúl Mulino:
“No quiere cierre de calle… ¡entonces póngase las pilas! Atienda al jubilado, que usted también se va a jubilar algún día.”
Historias que duelen, pero enseñan
Oscar, Mayela, Colombina... nombres con historia. Voces con más cicatrices que arrugas. En sus declaraciones hubo más que reclamos: hubo lecciones para una sociedad que parece olvidar que la juventud es prestada, pero la vejez es segura.
“Los jóvenes hoy se burlan de los viejos, pero ya verán: sin dientes, sin figura, y si no cuidan al adulto mayor… sin conciencia.”
“Si hay medicina, no hay comida. Y si como, me muero sin medicina”
Así lo dijo Victor Avila, una de las más valientes del grupo. No necesitó un guion: solo contó su verdad.
“Yo me cocino, me corto las uñas, me cuido solo. Pero no es por gusto, es porque no hay quién lo haga. Los viejos en este país estamos abandonados.”
Una advertencia y una bendición
Los jubilados dejaron claro que no están pidiendo lujos, pero sí respeto. Aunque sueñan con cruceros, restaurantes y un vestido nuevo, la realidad los obliga a comprar arroz, lentejas y correr por medicamentos.
“No pedimos limosna. Pedimos dignidad”, dijo uno de los miembros mientras nos despedíamos.