Con el aumento de la esperanza de vida, cada vez más personas mayores enfrentan el desafío de convivir con enfermedades crónicas, siendo la diabetes tipo 2 una de las más comunes. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca del 25% de los adultos mayores de 65 años viven con diabetes. Sin embargo, con el manejo adecuado, es posible llevar una vida plena y activa.
A medida que envejecemos, el cuerpo experimenta cambios que pueden complicar el control de la glucosa en sangre. Disminución de la masa muscular, cambios hormonales y un metabolismo más lento son factores que inciden directamente en cómo el cuerpo procesa el azúcar.
Además, los adultos mayores suelen tener otras condiciones de salud como hipertensión, problemas cardiovasculares o deterioro cognitivo, lo que hace que el tratamiento de la diabetes deba ser integral y personalizado.
Alimentación y diabetes
Uno de los pilares fundamentales en el manejo de la diabetes es la alimentación. En la tercera edad, esto cobra aún más importancia. Según la nutricionista clínica Ana María Suárez, “una dieta rica en vegetales, proteínas magras, granos enteros y con bajo índice glucémico puede marcar la diferencia en el control de la glucosa”.
Evitar el exceso de azúcares simples y ultraprocesados, mantener una buena hidratación y respetar los horarios de comida ayuda no solo a controlar el azúcar en sangre, sino también a prevenir caídas de glucosa, que pueden ser peligrosas en esta etapa de la vida.
Actividad física
Aunque muchas personas mayores tienen limitaciones físicas, la actividad física moderada sigue siendo una herramienta esencial. Caminar, nadar o practicar yoga suave pueden mejorar la sensibilidad a la insulina y ayudar a mantener un peso saludable.
“Lo importante es moverse todos los días, aunque sea poco. La constancia vale más que la intensidad”, señala el geriatra doctor Rodrigo Espinosa.
Medicación
El tratamiento farmacológico en adultos mayores requiere precaución. Dosis mal ajustadas o interacciones con otros medicamentos pueden causar hipoglucemias, que en personas mayores pueden derivar en caídas o confusión mental.
Por ello, es vital que el monitoreo de la glucosa sea frecuente y que las consultas con el médico tratante se mantengan al día. La educación sobre cómo usar los medidores de glucosa y entender los síntomas de alerta también son parte clave del manejo.
Vivir con una enfermedad crónica puede generar ansiedad, frustración o aislamiento, especialmente en personas mayores. El acompañamiento familiar, el acceso a grupos de apoyo y la contención emocional son fundamentales para mantener la motivación y adherencia al tratamiento.
“Cuidar la salud emocional es tan importante como controlar el azúcar en sangre”, afirma la psicóloga de adultos mayores Laura Medina.