La tradición se vistió de protesta en Santiago de Veraguas. Desde tempranas horas del 1 de mayo, educadores, trabajadores, campesinos e indígenas sacaron sus mejores banderas y pancartas para reclamar lo que consideran justo. El Día del Trabajador no pasó desapercibido.
Entre tamboritos y cantaderas, la marea humana fue tomando forma hasta llegar al emblemático punto de encuentro: la placita San Juan de Dios. Ahí, el ambiente se encendió con un acto protocolar que lejos de ser frío o solemne, fue puro sentimiento popular.

“¡Viva el pueblo veragüense, viva el campesino y viva el indígena!” retumbaban las voces al unísono, mezclándose con las tonadas del acordeón y la voz de los trovadores que improvisaban versos combativos.

Pero la fiesta no solo era cultural, sino también política. Los dirigentes sindicales encendieron el verbo y soltaron dardos contra la derogatoria de la ley 462 de la Caja de Seguro Social.

Además, expresaron su rechazo rotundo al Memorándum firmado con Estados Unidos y gritaron a los cuatro vientos el ya popular “¡No a la Mina!”, símbolo de la lucha ambiental.
Tras varias horas de caminata y discursos, la jornada cerró con un toque bien panameño: un buen sancocho hecho por los docentes en la sede de la Asociación de Educadores Veragüenses (AEVE). Entre risas, anécdotas y el aroma del culantro, la protesta se transformó en hermandad.