La calzada de Amador, es un hermoso lugar, a pesar de ser uno de los destinos más visitados de la capital, Amador, enfrenta una realidad incómoda: varias de sus áreas se encuentran en franco abandono. Los visitantes se topan con estructuras destruidas, caminos agrietados y maleza desbordada.

Es impresionante cómo, pese a los importantes avances logrados en este popular destino, aún persisten áreas que claman por atención urgente. La modernización contrasta con zonas olvidadas que opacan el potencial turístico del lugar.
La diferencia entre el cuidado que tuvo este espacio durante la administración estadounidense y su estado actual bajo gestión panameña es evidente. Durante años fue ejemplo de mantenimiento, hoy es reflejo de desidia.

El turismo local y extranjero continúa, pero con cada visita surgen más críticas. “No se entiende cómo un lugar tan hermoso puede tener lugares que estén tan mal atendidos”, reclama un ciclista regular.
Visitantes y ciudadanos coinciden: Amador tiene todo para brillar, pero estructuras como esta reflejan una falta de visión que opaca su potencial turístico. “Aquí podrían hacer un museo, un café, una galería. Pero nada... está abandonado”, nos comenta Carmen, una ciclista frecuente del área.
El mensaje es claro: Amador necesita atención, inversión, planificación y voluntad para recuperar su esplendor. Esta imagen se convierte en símbolo. Un recordatorio de que no todo lo que reluce en Amador es oro. Y de que, si no se actúa pronto, el descuido podría ganarle la partida al desarrollo.