La reciente decisión de Rusia de modificar su doctrina nuclear ha generado gran expectación sobre la situación en Ucrania, especialmente tras la autorización por parte de Estados Unidos para que Ucrania utilice misiles de largo alcance contra objetivos rusos. Esta nueva doctrina permite a Rusia responder con armas nucleares a ataques convencionales que amenacen su soberanía o integridad territorial, lo que se considera una escalada significativa en la retórica bélica del Kremlin.
Dmitri Medvédev, expresidente y actual vicepresidente de Seguridad de Rusia, advirtió que el país podría emplear armas de destrucción masiva contra Kiev y las instalaciones clave de la OTAN en caso de un ataque ucraniano. Esta amenaza se ha visto amplificada por una simulación presentada en la televisión pública rusa, que visualiza un escenario en el que todas las capitales europeas estarían bajo amenaza debido al aumento del apoyo militar occidental a Ucrania. En esta proyección, se identifican como posibles blancos a los países bálticos, Alemania, Francia y Polonia, así como bases estadounidenses en Europa.
La televisión estatal rusa ha señalado específicamente al Reino Unido como un “enemigo tradicional”, indicando que ciudades como Londres, Mánchester y Birmingham, junto con bases navales clave, serían objetivos potenciales en una respuesta militar rusa. Según el presentador del programa, “bastaría con tres misiles” para causar un colapso significativo en la infraestructura británica.