En medio de la euforia y las oraciones que envolvieron la elección de León XIV como nuevo Papa, una figura inesperada volvió a capturar la atención en la Plaza de San Pedro. No llevaba mitra ni sotana, sino un sencillo hábito franciscano, un bastón de madera y los pies descalzos. Su nombre es Massimo Coppo y su presencia volvió a ser un llamado a la reflexión profunda.
Coppo, un monje laico italiano perteneciente a la comunidad Familia de Belén, no es un desconocido. En 2013 ya había aparecido de forma similar durante el nombramiento del Papa Francisco. En esa ocasión, explicó que su caminar era una forma de penitencia por una Iglesia que, según él, “atraviesa una crisis de fe”.

Doce años después,
Reaparece con el mismo ritual, pero ahora en tiempos de León XIV. Camina desde Asís hasta Roma sin buscar cámaras ni titulares. Lo mueve la fe. “Quiero un pontífice que esté con los pobres, que hable del infierno y del regreso de Cristo”, dijo discretamente a unos curiosos, antes de volver a su silencio.
Massimo no es sacerdote.
Estudió Ciencias Agrícolas y vivió en Estados Unidos, pero a los 32 años dejó todo para abrazar la contemplación. Hoy, su sola imagen orando entre miles de fieles genera un eco espiritual más fuerte que muchas homilías. No tiene redes sociales ni seguidores. Tiene un mensaje: Dios, humildad, eternidad.
Massimo Coppo 😶 pic.twitter.com/bOmjymgY1G
— Riavre (@riavre) April 8, 2024
El Vaticano no ha emitido declaraciones sobre su presencia, pero entre la multitud ya hay quienes lo llaman “el vigía silencioso de la fe”.