En vísperas de una cumbre clave entre Donald Trump y Nayib Bukele, EE. UU. deportó a 10 personas acusadas de integrar bandas criminales como MS-13 y Tren de Aragua. La llegada fue confirmada por Marco Rubio, secretario de Estado, quien resaltó que estos individuos pertenecen a “organizaciones terroristas”.
Sin embargo, las críticas no tardaron en surgir. Abogados y familiares de los deportados aseguran que no se les dio la oportunidad de defenderse ni demostrar su inocencia. El gobierno estadounidense se ampara en la Ley de Enemigos Extranjeros, una norma del siglo XVIII que ha sido usada para justificar estas deportaciones.
La Corte Suprema ha ordenado que los detenidos sean informados con suficiente antelación para impugnar su deportación, pero aún queda en el aire cómo aplicarán esta medida a los ya expulsados.
Trump, por su parte, reafirmó su alianza con Bukele, destacando que ambos países están unidos en la lucha contra el crimen organizado.