Han pasado 50 años desde que el gran tiburón blanco emergió de las aguas para cambiar la historia del cine para siempre. “Tiburón” (“Jaws”, en inglés), dirigida por un joven Steven Spielberg y estrenada el 20 de junio de 1975, cumple medio siglo desde que paralizó a una generación entera y redefinió el miedo al océano.
La película, basada en la novela homónima de Peter Benchley, no solo provocó que millones de personas evitaran las playas ese verano, sino que además marcó un antes y un después en la industria cinematográfica: fue el primer gran “blockbuster” de verano, y sentó las bases del cine de suspenso moderno con su famosa música tenebrosa compuesta por John Williams.
“Tiburón no es solo una película de terror. Es una obra maestra del ritmo, del suspenso y de cómo el miedo puede venir sin necesidad de ver al monstruo”, dicen críticos actuales al reflexionar sobre su legado.

En su aniversario número 50, decenas de cines alrededor del mundo preparan funciones especiales, y plataformas de streaming como Netflix y Max ya anunciaron su inclusión en sus catálogos remasterizados en 4K. Museos de cine y universidades también celebran con charlas, documentales y exposiciones sobre cómo una criatura mecánica defectuosa —el famoso tiburón Bruce— terminó siendo el truco perfecto para aumentar el terror sin mostrarlo demasiado.
Steven Spielberg, hoy considerado uno de los cineastas más influyentes de la historia, tenía apenas 28 años cuando dirigió esta obra monumental. El rodaje, plagado de problemas técnicos, casi se cancela. Pero el resultado fue un éxito rotundo que recaudó más de 470 millones de dólares en taquilla y ganó tres premios Óscar, entre ellos el de mejor banda sonora.
Hoy, medio siglo después, “Tiburón” sigue viva, clavada en el inconsciente colectivo como una advertencia escalofriante: cuidado al meterse al agua.