El rey David, vivió aproximadamente entre los años 1040 a.C. y 970 a.C., es el salmista que cantaba con el alma y gobernaba con fe. Antes de que lo coronaran, ya tenía un don que ningún otro rey poseía, tenia un corazón sumiso, alabando al Dios de Israel, que vibraba al ritmo del arpa. David, hijo de Isaí, no solo fue el gran monarca de Israel, sino también el trovador de Dios, autor de más de 70 Salmos que hoy siguen retumbando las almas de millones de personas por miles años.

En una época muy complicada, donde reinar era cuestión de espada, David se atrevió a reinar también con melodía. Su arpa no era solo un instrumento, era su forma de acercarse al Dios viviente, de llorar sus penas, angustias y sufrimientos, de alabar en victoria y clamar en aflicción. El Salmo 23, es uno de sus clásicos, que dice: “Jehová es mi pastor, nada me faltará”, ha servido de consuelo espiritual por generaciones.

David no componía por fama ni por dinero, lo hacía por amor a su Dios. Su poesía paralelística, una técnica de repetición usada en el hebreo antiguo, le daba fuerza y ritmo a sus plegarias. “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio”, escribió en uno de sus momentos más oscuros, tras cometer errores personales, claramente detallados en la biblia hebrea y cristiana, que le pasaron factura a través de los años. Y en lugar de esconderse, los transformó en canto y arrepentimiento.
David institucionalizó la música
Pero no todo fue espiritual. David también institucionalizó la música como parte del culto nacional. Promovió el uso de instrumentos, levantó coros, y dejó establecida una cultura de alabanza organizada que siglos después adoptaría hasta el cristianismo.

Designó a 4,000 levitas para alabar a Dios con instrumentos musicales, según 1 Crónicas 23:5. Esto marcó el nacimiento de la música litúrgica organizada en la tradición hebrea.
Más de tres mil años después, su voz no se ha apagado. Cada vez que alguien entona un salmo, cada vez que una banda toca para alabar, ahí está David, sonando desde la eternidad, glorificando al Dios de Abraham, Issac y Jacob.